lunes, 11 de abril de 2011
REPORTE DE LA AGENCIA KALI-YUGA LAS DOS GUERRAS DEL MUNDO ISLÁMICO Dos guerras paralelas se desenvuelven hoy en día en una vasta zona que abarca desde el norte del África hasta el Asia Central, pasando especialmente por el explosivo Medio Oriente. En ninguno de los dos casos se trata de guerras declaradas, sino que asumen otros términos no convencionales. La primera, de más antigua data, se hizo pública un 11S tras los famosos atentados contra las Torres Gemelas y es la conocida como la guerra contra el terrorismo internacional que adquirió forma expresa con la invasión a Afganistán primero y luego contra Irak. Ambas tuvieron un trasfondo común en tanto que el motivo que se esgrimió fue la lucha en contra de la organización Al Qaeda. En la primera porque se le habría dado cobertura logística en los atentados y en la segunda porque se creía que su gobernante, enemistado con Norteamérica por su invasión en 1991, preparaba unas armas de destrucción masiva para que fuesen empleadas por kamikazes de Bin Laden en contra de objetivos yanquis*. Pero como un virus incontenible esta primera guerra no quedó localizada en estos países, en donde el conflicto no sólo no cesó, sino que se reactivó tras las invasiones y se fue expandiendo hacia otras partes. Hacia Pakistán, Somalia, Yemen, el Magreb, hasta en el mismo territorio ruso con la constitución del Emirato del Cáucaso y en muchas otras partes en donde el fenómeno del fundamentalismo islámico es una cosa latente y casi imposible de extirpar. Ha quedado bien en claro en todas estas invasiones un hecho irrebatible. Al Qaeda y sus diferentes extensiones en el Movimiento talibán de Afganistán y Pakistán, podrá ser un grupo minoritario y de élite, pero recibe el apoyo de diferentes poblaciones. De lo contrario habría sido ya extirpado luego de 10 años de guerra. Sin embargo día a día el fenómeno crece y se hace más incontenible. Alguien podría decir que en última instancia el problema del mundo islámico es un problema de ellos, pero en este caso debemos tener en cuenta que el mundo se encuentra interrelacionado debido a que el Occidente no podría existir como tal sin el petróleo que aquel posee en abundancia en su subsuelo. Y Al Qaeda ya ha manifestado y puesto en práctica, tras la destrucción de diferentes oleoductos y refinerías en Irak, que en caso de alcanzar el poder cerrará los grifos de tal vital elemento para el ‘mundo libre’, pues, según un notorio discurso de Al Zawahiri, el mundo occidental sionista y ‘cruzado’ iba a ser hundido afectándolo en aquello de lo cual depende, el plano de la economía y el petróleo. Si esto llegase a suceder sería difícil prever las consecuencias que se tendrían y la palabra colapso, ya anticipada en el hecho de no poder detener este flujo, se encuentra hoy en la boca de muchos. Es dentro de tal contexto que es dable comprender la segunda guerra que acaba de iniciarse hace tres meses cuando en el territorio de Túnez estalló una revolución que diera cuenta del régimen pro-occidental de Ben Alí y rápidamente se extendiera hacia otras partes habiendo ya obtenido la caída de su similar de Mubarak en Egipto y que al menos la mitad de Libia se encuentre en manos de insurrectos. Este fenómeno se ha expandido como un reguero incontenible hacia Bahrein, Yemen, Omán, Marruecos, Argelia, Jordania y ahora también y en forma por demás trágica en Siria. Una visión superficial y occidentalista, teñida del optimismo progresista irradiado al mundo desde las épocas de la Revolución Francesa, podría hacernos pensar que en estos casos de lo que se trata es del flujo irreversible hacia la democracia en el mundo. Sin embargo quien sabe un poco más recuerda las expresiones del anciano Voltaire. Cuando quienes la practican son democráticos bien vale la democracia, pero de lo contrario hasta que no se aprenda debe aplicarse el despotismo ilustrado. Y esto es verdad aun desde un punto de vista opuesto. En Occidente en donde el pueblo se encuentra vaciado de valores espirituales, éste se expresa libremente comprando y vendiendo, en cambio allí donde los mismos existen aun bajo la forma de una religión rigurosa la elección libre puede conducir a la Sharia, a la lapidación de las adúlteras o a la prohibición de la homosexualidad en público. Lo que en un universo decadente representa un fin en sí mismo, en cambio en una civilización que aun no ha perdido sus valores, puede ser el vehículo para desprenderse de aquellos déspotas que impiden su manifestación. Esto lo han comprendido a la perfección los gobernantes occidentales celosos en la defensa de su ‘mundo libre’ de consumidores. Lo esencial es aquí no defender a las personas sino perpetuar el sistema. Mubarak, Ben Alí, Gaddafi, este último además pródigo vendedor de petróleo, podrán caer, pero lo que hay que pensar es en que quienes los sustituyan perpetúen los mismos principios del intercambio. Por ello es dentro de este contexto que deben ser comprendidas sus diferentes intervenciones militares, algunas de ellas ostensibles y otras no tanto. Por ejemplo estamos enterados por la prensa convencional de las intervenciones militares a Libia, no así de las que se suceden de manera selectiva e ‘inteligente’ en Pakistán con un promedio de 40 muertos por semana y en el sur de Yemen en contra del recientemente constituido Emirato de Abiyan. Por supuesto que se ignora también que en la división de regiones para tal guerra a Francia se le ha destinado velar por la seguridad en la zona del Magreb y Norte del África, por lo que en Malí hay un regimiento francés que combate contra una fuerza importante de Al Qaeda. Esto es lo que explica -y no la pretendida infidelidad a Gaddafi por parte de Sarkozy de la que ha hablado la prensa convencional- que este último haya sido el único país que ha reconocido al gobierno de los rebeldes libios. De lo que se trata allí es de instalar una base operativa de la Otan para combatir con eficacia a Al Qaeda con la excusa de ayudar a la democracia. Y esto es lo que explica también que la Otan, que a través de Francia ya ha asumido la dirección de la intervención militar en Libia, más que preocuparse por desplazarlo a Gaddafi del poder, el cual en última instancia representa una pieza útil para su tablero, se ha preocupado en cambio por combatir con más eficiencia a Al Qaeda. Daremos algunos ejemplos concretos al respecto. La Otan ha bombardeado sí a Gaddafi, pero también lo ha hecho ‘por error’ con las fuerzas rebeldes. Se ha sabido que las fuerzas leales han visto disminuido con tales bombardeos apenas el 30% de su capacidad militar. Cuando EEUU quiso ayudar a los mujaidinies en contra de los soviéticos en Afganistán en vez de bombardear a los rusos les entregó armas y les brindó asesores militares para que los entrenaran en territorio pakistani. Acá no ha sucedido nada de esto con los rebeldes libios que representan una fuerza vastamente mayoritaria. Los mismos solamente disponen de las armas que les pudieron sustraer a las fuerzas leales a Gaddafi. Difícilmente los mujaidines les hubieran podido ganar a los rusos solamente con las armas que les sustraían. La ayuda militar es en este caso indispensable. Pero de lo que nos hemos podido enterar por noticias desparramadas por la prensa y hasta por denuncias efectuadas por un alto jefe militar norteamericano es que la preocupación ha sido no de armar a los rebeldes para que se puedan defender sino de que las armas que se les secuestraron a Gaddafi hubiesen podido ir a parar a la bien organizada fuerza de Bin Laden que opera en el Magreb. Más todavía, una reciente información nos habla de que una brigada francesa compuesta de 27 hombres desapareció en el Sahara mientras perseguía a un contingente de contrabandistas de armas. ¿A quién se las llevaban? Con seguridad que no era a Gaddafi. Y por otra parte también se ha informado que en la frontera libia-argelina fue detectada una infiltración de kamikazes hacia territorio de las fuerzas leales. Es de imaginar también su origen. En fin, para no seguir extendiéndonos en informaciones, que las hay en abundancia para corroborar lo que estamos afirmando digamos que la situación paradojal de hoy en día es que si bien no hay ninguna guerra declarada, sin embargo se viene combatiendo desde hace diez años con la participación en distintos grados de 45 países. Ésta se expande día a día. Se la camufla con distintos nombres. Se dice que es la Cruzada de la libertad en contra del terrorismo internacional. O se dice también que es la de la democracia en contra de las dictaduras. En realidad la guerra es una sola, es la del mundo moderno, representado en este caso por el occidente con la alianza de sus gobiernos afines en el oriente islámico o budista y la civilización tradicional, hoy en día expresada en su vanguardia por el fundamentalismo islámico. • Se ha sabido hasta por informes parlamentarios en los EEUU que en realidad la invasión a Irak fue inducida por falsas informaciones brindadas a la CIA por dobles agentes que respondían a Al Qaeda. Se les hizo creer que Saddam, quien le guardaba un odio irreversible a Bush padre por su invasión en 1991 tras la fallida invasión a Kuwait, preparaba un arsenal de armas prohibidas para que fuesen lanzadas por kamikazes de Al Qaeda contra territorio norteamericano. De esta manera se llevaba a cabo la estrategia ya expuesta por Bin Laden de que para terminar con EEUU había que obligarlo a intervenir en mil guerras. Walter Preziosi 10/04/11
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario