REPORTE DE LA AGENCIA INFORMATIVA
KALIYUGA (28/01/14)
SIRIA: LAS GUERRAS DE AL QAEDA
La semana que ha pasado nos ha traído una serie de hechos sumamente
significativos relativos a los acontecimientos de la guerra civil en Siria. Por
un lado, a un nivel más ostensible y público, hemos tenido el inicio de la
serie de reuniones para la paz en la ciudad de Ginebra con la participación,
junto a las principales naciones extranjeras comprometidas en la contienda, con
la salvedad de Irán, de los dos sectores en pugna: los rebeldes, pero en su
versión pro-occidental, y los representantes de Assad. Estuvieron por supuesto
ausentes de la misma quienes son quizás los principales protagonistas, las
distintas vertientes en las cuales se divide actualmente el fundamentalismo
islámico y que representan sin lugar a dudas la fuerza operativa principal en
dicha guerra. Fue interesante constatar aquí lo siguiente: 1) Los pretendidos
rebeldes presentes en tal reunión no representaban sino una mínima expresión de
la insurgencia por lo cual cualquier acuerdo que se hubiese podido lograr, al
no estar allí presente la fuerza principal, carece de cualquier tipo de
legitimidad y eficacia. 2) Aun así los dos sectores presentes en la reunión no
pudieron ponerse de acuerdo en lo esencial consistente en saber cuál es la
mejor manera de poder mantener el statu quo que viene rigiendo en la región
desde la constitución del Estado de Israel. Si los norteamericanos consideran
que es la democracia el medio adecuado para ello y opinan que el régimen
tiránico de la dinastía de Assad es el mejor caldo de cultivo para el
fundamentalismo, este último en cambio opina que para esto debe existir un
régimen fuerte y dictatorial y al respecto insiste en recordarnos la reciente experiencia egipcia.
Cuando al pueblo se lo dejara elegir libremente la consecuencia de ello fue que
por vía electoral subiese al poder no un partido de carácter democrático y
‘progresista’, sino uno fundamentalista que impusiera la Sharia y pusiera en severo
riesgo la estabilidad de Israel en el Sinaí. Y esto solamente se pudo evitar
con la decisión de un régimen fuerte, es decir con un golpe de Estado que
aplicara los mismos procedimientos de Assad en Siria.
Pero el problema principal no se dirime en Ginebra, sino en la misma
Siria. Aquí han sucedido cosas muy significativas e importantes. Por un lado
los grupos fundamentalistas han entrado en colisión entre sí en la búsqueda de
un liderazgo. Esto por supuesto en una primera instancia lo ha terminado
favoreciendo a Assad quien ha podido salir de su posición defensiva y
contraatacar. Sin embargo debe destacarse aquí que, si bien los combates entre
dichos grupos llegaron a alcanzar en algunos casos una vasta proporción, las
fuerzas lealistas no lograron en manera alguna sacar frutos significativos de
tal hecho favorable. La ciudad de Aleppo, el principal bastión rebelde sigue
estando en sus manos y los únicos progresos han podido hacerse en pequeñas
localidades de alrededor. En esta cuestión es importante destacar las recientes
declaraciones del líder de Al Qaeda, Al Zawahiri, instando a los distintos
grupos islamistas, tres de los cuales reconocen abiertamente su liderazgo, a
cesar en sus combates internos. A este hecho debe asociarse también la
significativa declaración de un alto funcionario del servicio de inteligencia
israelí, aparecida en AP y publicada por esta Agencia, en donde se reconoce la
presencia de 30.000 jihadistas provenientes del exterior en territorio sirio,
lo cual exigiría un replanteo de su país respecto de la política a adoptar en
relación a tal conflicto. Assad indudablemente no es ángel de devoción del
régimen judío concordando en esto en mucho con Obama que también y por otras
razones preferiría uno de carácter democrático, sin embargo siempre va a ser
mejor cualquiera de estas dos opciones antes que Al Qaeda. Esta organización,
tal como sabemos no se remite meramente a lanzar diatribas en contra de Israel,
sino que organiza ataques a su territorio y principalmente sostiene la lisa y
llana desaparición de tal Estado. Afirma además, en tanto es movilizada por
fines extranacionales, que el problema no pasa tanto por desplazarlo a Assad
del poder en Siria, sino por reconquistar los territorios palestinos. Que en
última instancia la victoria en la guerra civil es un paso previo a tal fin
ulterior. El aludido funcionario formula además consejos precisos respecto de
lo que debe hacer Israel en lo sucesivo para poder sobrevivir. El punto central
pasa por concentrar las baterías en contra de Al Qaeda sin que ello signifique públicamente
dar un respaldo expreso a Assad pues el mismo lo desprestigiaría ante fuerzas
que, aun apoyándolo, se declaran como antisionistas. Es de destacar el reciente
desbaratamiento de células de Al Qaeda en la ciudad de Jerusalén y en el vecino
Sinaí en colaboración con la dictadura militar egipcia… apoyada por Assad.
Pero lo fundamental de todo esto es que ninguna de estas medidas ha
logrado aminorar la ofensiva fundamentalista en la región. Lejos de debilitarse
resulta ser justamente el sector más duro de Al Qaeda, el Estado Islámico de
Irak y el Levante (ISIL o ISIS) el que se consolida ocupando ya toda la región
este que limita con Irak. Se ha sabido ya de la implantación de una forma
extrema de la Sharia ,
cuyas reglamentaciones aquí reproducimos, implementada en varias ciudades. No
podemos imaginarnos el horror que les causaría a nuestras corrompidas
sociedades modernas un orden de tal tipo. Es a partir de este hecho cómo se
puede entender el conflicto entre los sectores islamistas. Los hay moderados y
nacionalistas por un lado que han puesto como eje la conquista del poder en
Siria y en tal sentido se encuentran dispuestos a negociar con diferentes
sectores. Esta línea al parecer es hoy compartida por Al Zawahiri que brega por
una gran alianza entre todos los grupos islámicos subordinando en función de
ello la aplicación de ciertas medidas que puedan resultan hirientes para
algunos. Este conflicto entre tácticas dispares ya había aparecido cuando aun
viviera Al Zarqawi al cual el fallecido Bin Laden le reprochaba por sus
incesantes ataques a la comunidad chiíta. Si las cosas debieran juzgarse por
los resultados obtenidos indudablemente el ISIS ha terminado favorecido por
tales conflictos internos y al mismo tiempo, y lo principal, ello ha sucedido respecto
de los mismos EEUU e Israel que se han visto debilitados finalmente por la
caída de Saddam Hussein.
Walter Preziosi
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