lunes, 19 de septiembre de 2011

COMUNICADO DEL EMIRATO ISLÁMICO DE AFGANISTÁN:

Las revoluciones no son un sustituto de la Jihad

Shawwāl 18, 1432 A.H, Saturday, September 17, 2011
By Ahmad Bawadi

En el nombre de Allah, el más Compasivo y Misericordioso.
Equivocados están quienes piensan que el establecimiento de la Sharia saldrá desde el vientre de las revoluciones que son llamadas por la libertad y equivocados están aquellos que creen que estas revoluciones son una alternativa a la forma de los creyentes.¿Quien dijo que la verdad podría ser defendido por la falsedad? ¿Quien afirmó que la bandera de la verdad se planteará por esas bandas de falsedad que se oponen a ella? Los que proclaman estas revoluciones deben dedicar sus pancartas a la gloria de Alá para lograr su seguridad y su fe. La Sharia de Alá es suficiente para garantizar una vida segura y un buen estilo de vida.
"Quien trabaja con rectitud, sea hombre o mujer y tiene fe, verdaderamente a él se le dará una nueva vida, una vida buena y pura, y se le otorgan con ello su recompensa de acuerdo con lo mejor de sus acciones". Una persona puede ser oprimida en su persona, desposeída de su riqueza, su familia humillada y su dignidad desperdiciado. Esto no le da el derecho, si él triunfa sobre quien lo ha agraviado a él, para convertirse en regente sobre otros y a establecer regímenes y constituciones que concuerden con sus caprichos y deseos. Quien actúa gracias a Alá después del final de la opresión debe cumplir con las órdenes de su señor estableciendo la regla de la Sharia. Debe tener siempre presente que la fortuna podría cambiar después de que Alá lo ayudara, y que nunca llegará a buen fin en el programa divino mientras levante banderas partidistas, pidiendo democracia y libertades exorbitadas.

El estado del Islam no se establecerá mediante una revolución por una hogaza de pan, si la revolución no se llevó a cabo en aras de la Deen y Sharia de Alá. Nadie debe pensar que una revolución contra el desempleo logrará el cierre de negocios de venta de alcohol y discotecas. No evitará que las mujeres vayan al exterior usando maquillaje y se dediquen a mostrar su desnudez en piscinas y en las playas. Las redes de canto, baile, la prostitución y el descaro no se apagarán con estas revoluciones, levantando banderas de la libertad y la democracia que se convierten en la religión y la Constitución del pueblo no son una alternativa a la Yihad. Cuando la gente rebelde derriba los regímenes despóticos que producen desempleo y estas revoluciones son realizadas por personas de todas las profesiones que llegan a un acuerdo para ser gobernados por una institución distinta de la Sharia de Alá, estamos volviendo para atrás de donde empezamos. Si la revolución se lleva a cabo por esto entonces sin duda el Estado sería como un estado herético y contrario a todos nosotros que habría que derrocar. Debemos saber y comprender que lo que ha ocurrido en Egipto y Túnez proviene de la promesa de Alá para apoyar a sus siervos oprimidos y derrotados a ayudarlos contra sus opresores. Nuestro Señor misericordioso ayuda incluso al infiel contra quienes lo oprimen, incluso si el opresor es musulmán. Pero si esta lucha no se subordina a la orientación de la Sharia de Alá y el Deen todo lo obtenido corre el riesgo de desaparecer.

Dice el Corán "Si ayudas a la causa de Alá, yo te ayudaré ". Estas revoluciones y su gente no recuperarán Palestina, si no asumen firmemente la Jihad y los muyahidín sin la misma tampoco podrán expulsar a los invasores y conspiradores de Afganistán, Irak y Somalia. Nuestras luchas no son un bocado de pan y por eliminar el desempleo, ahogándose en caprichos y deseos mundanos y manteniendo una distancia de la Jihad de Allah.
Rara vez se repiten los eventos que cambian la cara de la historia. Lo que está sucediendo en Egipto y Túnez y lo que puede ocurrir en otros lugares es extraordinario y emana de la ayuda que Alá ha dado a estos países y los pueblos en este momento. Si no hubiera sido por la bondad de Dios hacia ellos, decenas de miles de personas habrían sido asesinadas, incluso la mitad de la población habría sido destruida.
Quien derrotó a los invasores en Badr es capaz de derribar a aquellos que son más débiles que ellos. Quien derribó las torres de América como si fueran la más pequeña de las estructuras hoy reducirá a polvo, vergüenza y lástima a los enemigos de su pueblo. Debemos participar de tales luchas y así explotar estos hechos y sus consecuencias de una manera sana y correcta para aprovechar estas oportunidades y obtener resultados satisfactorios a través de métodos racionales y buenos. Estudiosos y predicadores deben hacer uso de estos eventos y asesorar la Ummah para emplear la situación de una manera que sirva al Islam y a los musulmanes y les avisen de su obligación de levantar la bandera del Islam en estas revoluciones. La preocupación de los predicadores debe no ser simplemente emitir sentencias sobre la sharia o ocuparse en controversias, porque estas revoluciones son descendientes de una vasta acumulación de injusticia y opresión.
Es el deber que incumbe a los estudiosos y predicadores, antes de emitir una sentencia de Sharia sobre un asunto que ya está, su obligación debe ser la de trabajar para sacarlos de los errores y dirigirlos hacia una dirección que sea consistente y sirva a los intereses de la Sharia. No deben dejar cuestiones en manos del pueblo de modo que caigan en la falsedad que porpalan los que conspiran contra el Islam, deben explotar y encuazar estas revoluciones a fin de utilizarlas para sus propios fines y esquemas. Deben decir la verdad y levantar la bandera de Tawheed y al-Sunna y permitir que el pueblo oiga sus voces para que entre ellos se celebre no una lucha por una hogaza de pan que sea de mayor importancia que el Deen de Alá y el Imperio de la Sharia de su Señor, frente a lo cual no aceptará ningún sustituto. Los cursos de estas revoluciones deben encaminarse hacia esta senda. Hay que invertir tiempo y esfuerzos para responder a esas llamadas que ayudan y apoyan a la elección de las personas, independientemente de lo que estas sean a fin de evitar que sean frustradas y derrotadas.

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