sábado, 31 de agosto de 2013

PREZIOSI: EL PAPELÓN SIRIO


En un novelón digno de los teleteatros de la tarde, Obama y los gobernantes de los principales países de Europa que habían manifestado su deseo de castigar a Siria con un bombardeo correctivo por haber utilizado armas químicas prohibidas, repentinamente han comenzado a dar marcha atrás de a poco en sus intenciones originarias. Primero empezó con Cameron en Inglaterra, cuyo parlamento votó masivamente en contra del pedido del premier de participar de una acción punitiva. Y ahora en el día de hoy Obama, en un extraño discurso, repleto de incoherencias, luego de haber manifestado su intención irreversible de intervenir, ha dicho que la decisión última debe ser de parte del congreso de su nación, por lo cual, de seguirse con los caminos parlamentarios, tal acción militar tardaría otros 10 días en concretarse, esta vez en una soledad casi total, pues sólo Francia lo acompañaría aunque no se sabe si en tanto tiempo seguirá con la misma idea. La realidad de todo esto es muy sencilla. Obama ha sido esclavo de sus palabras cuando dijo que la última barrera de contención a una participación militar en la guerra de Siria era el uso de armas químicas. Y éstas sin lugar a dudas fueron usadas, a pesar de que se haya instrumentado una campaña en contrario para inculpar de ello a los mismos rebeldes. Ingresaría en el género de la imbecilidad suponer que algún movimiento mate a sus propios familiares, entre ellos a una mayoría de niños, para obtener una intervención militar que como vemos es harto improbable. Aparte que los costos finales de la misma, de no suceder tal cosa, sin lugar a dudas que perjudicarán al bando que ha sufrido tal ataque, pues muchos combatientes hesitarán ir al frente a sabiendas de que sus familiares pueden llegar a padecer represalias de tal tipo.
Era indudable además que la acción de Obama tenía también un sentido ulterior. Tal como hemos dicho EEUU si bien no quiere que siga Assad en el poder pues lo considera un elemento riesgoso para la estabilidad de la región, por otro lado teme que a su caída suceda lo mismo que en Libia en donde hoy en día, en un país anarquizado, la fuerza que se enseñorea es Al Qaeda en el Magreb. Por lo tanto una acción de tal tipo habría tenido la finalidad de atacar también las bases de tal organización enemiga en el mismo territorio sirio en donde la misma ha tenido últimamente unos éxitos resonantes, especialmente con la conquista total de la ciudad de Aleppo y con la toma de una veintena de localidades en la región de Latakia. Esto es lo que explica también que Rusia haya asumido una postura sosegada respecto de la acción norteamericana la cual si con la excusa de atacar a Assad lo hacía también contra Al Qaeda destruyendo sus bases, iba a beneficiarla enormemente en la guerra que contra esta misma organización lleva a cabo en el Cáucaso.
Pero al parecer la deserción masiva de una fuerza militar saturada de derrotas en Irak, Afganistán y ahora también en Libia ha hecho que la opinión pública de todos los países occidentales sea reacia cada vez más a una aventura bélica. Se calcula que en los EEUU solamente el 9% de su población estaba dispuesta a intervenir militarmente aun por razones humanitarias como las cacareadas.
Queda un pequeño capítulo para toda esa fauna internacional de internautas izquierdizados por la propaganda rusa que se indignan y exaltan por la eventual invasión norteamericana que como sabemos nunca acontecerá, pero que en cambio y paradojalmente nunca han dedicado un solo renglón ni una sola monserga a los cotidianos ataques aéreos que en Pakistán, Yemen, Somalia y Nigeria entre otros los silenciosos drones o aviones inteligentes efectúan masacrando semanalmente a unas 300 personas entre las cuales al parecer hay wahabitas y salafistas, los convertidos por la prensa pajarona en los nuevos demonios, como eran antes los nazis o los comunistas. Respecto de tales muertes y bombardeos reales, por supuesto que no hay ninguna protesta, porque son muertes buenas de enemigos de la gloriosa Unión soviética, perdón, de Rusia. 

Walter Preziosi

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