Los
judíos negros, el “cáncer” de Israel
Nadie sabe con certeza
por qué existen antiquísimas comunidades de negros judíos en Africa, en
Etiopía, Eritrea, Sudán, Zimbabwe. No hay registros de este hecho, pero abundan
las hipótesis: se dice que podrían ser descendientes de Menelik I, presunto
hijo del rey Salomón y la reina de Saba. O miembros de Dan, una de las doce
tribus hebreas mencionadas en el Antiguo Testamento (Génesis, I 29-31), que se
habrían establecido en Etiopía. Lo cierto es que los lemba de Sudáfrica practican
la circuncisión, no trabajan un día a la semana que dedican a rezar, no comen
carne de cerdo ni de hipopótamo, que consideran afín al cerdo
(www.gentiuno.com, 24-2-07) y observan otras prácticas judías comunes.
Miles de ellos emigraron a Israel en tiempos recientes huyendo del
sangriento campo de batalla y de hambre en que zonas de Africa se han
convertido desde hace décadas. Se estima que su número se acerca a los 60 mil y
provienen sobre todo de Etiopía, Eritrea y Sudán, también de Ghana y Nigeria.
Empresarios israelíes han traído a no pocos a fin de que se ocupen de los
trabajos más duros y despreciables para los israelíes blancos. La extrema
derecha nacionalista de Israel los ha convertido en blanco fácil de su
propaganda, en especial en estos meses preelectorales. Pero viene de antes.
Miri Regev es una de las líderes del movimiento que persigue la
expulsión de los negros de Israel, aunque sean judíos como ella. Ex brigadier
general del ejército, reiterada ocupante de una banca en el Knesset o Parlamento
israelí y figura política destacada del Likud gobernante, organizó y encabezó
un mitin en Tel Aviv demandando la expulsión de sus correligionarios sudaneses
asilados en la Tierra
Prometida , a los que calificó de “cáncer en el cuerpo” de
Israel que se debe erradicar (www.huffingtonpost.com, 24-5-12). La aplaudían
unos mil manifestantes que gritaban “infiltrados, fuera de nuestra casa”. Hay,
al parecer, judíos infiltrados en Israel.
Miri Regev pidió disculpas en Facebook por el exabrupto y el
gobierno israelí criticó la violencia que desataron los participantes en el
mitin contra pasantes negros. Pero la realidad es otra. El año pasado, Haim
Mual, 20 años, fue detenido por arrojar una bomba Molotov contra un orfanato
para niños africanos. No lo consideraron un delincuente racista y la sentencia
fue benigna: tres meses de arresto (The Jerusalem Post, 29-4-12). Miri insiste:
“Dios prohíbe –dijo– que comparemos a los africanos con seres humanos” (//elec
tronicintifada.net, 31-5-12). El mismo criterio que los conquistadores
españoles aplicaron hace siglos a los pueblos originarios de América latina.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanhayu, no está muy lejos
del pensamiento de Miri. “Si no impedimos su ingreso (el de los africanos), el
problema es que si hoy son 60 mil pueden llegar a 600 mil y esto amenaza
nuestra existencia como Estado judío democrático... nuestra seguridad nacional
y nuestra identidad nacional”, declaró en una reunión de gabinete (//mg.cpo.za,
21-5-12). Fueron declaraciones motivadas por delitos cometidos en un barrio de
Tel Aviv de alta concentración migratoria africana. Pero según datos de la
policía israelí citados por Hotline for Migrant Workers, la tasa delictiva de
extranjeros en Israel fue del 2,04 por ciento en el 2010; la de los israelíes
más del doble: se elevó al 4,99 por ciento (www.guardian.co.uk, 20-5-12).
Otros funcionarios y políticos piden la deportación de los
africanos, aunque sean judíos, a países en los que la prisión o la muerte los
espera. Al ministro del Interior, Eli Yishai, poco le importa: “No soy
responsable de lo que pasa en Eritrea y Sudán, la ONU lo es” (www.haaretz.com,
20-5-12). El gobierno está construyendo un muro de 240 km de largo en la
frontera de Israel con Egipto para bloquear la entrada de emigrantes futuros.
Un sector de la sociedad civil israelí se opone a esas políticas y
ha llevado a cabo manifestaciones para condenarlas. Pero según los índices del
Instituto de la Democracia
en Israel correspondientes a mayo del 2012, un 52 por ciento de los israelíes
encuestados coincidieron con las declaraciones oncológicas de Miri Regev y un
arco del 30 al 40 por ciento se mostró particularmente molesto por la presencia
en Israel de trabajadores de otros continentes. El porcentaje ascendió al 56,7
por ciento en el caso de los ghaneses y nigerianos y al 65,2 por ciento para
sudaneses y eritreos.
Es notorio que muchos israelíes y sionistas califican de
“antisemitas” y de “judíos que se odian a sí mismos” a personas del mismo
origen que están totalmente de acuerdo con la existencia del Estado de Israel,
pero critican las políticas que sus gobiernos perpetran contra los palestinos.
¿Qué cualidad habría que adjudicarle a Miri Regev y demás judíos israelíes que
desprecian y humillan a otros judíos y se empeñan en expulsarlos de Israel?
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