domingo, 20 de enero de 2013


REPORTE DE LA AGENCIA DE NOTICIAS KALI-YUGA


 EL SEGUNDO VIETNAM DE FRANCIA


Bien sabemos que la antigua Indochina, lo que hoy es Vietnam, allá por la década del 50 del pasado siglo, luego de la Segunda Gran Guerra, significó una tremenda derrota para las armas francesas en la batalla de Dien-bien-phu, equiparable casi a la caída de la línea Maginot a manos de los alemanes, pero esta vez propinada por una fuerza irregular de rebeldes, los que más tarde, y gracias a tal aprendizaje, darían cuenta a su vez de los norteamericanos.
Pero como en el caso de Francia existe una constante histórica de repetir siempre los mismos errores henos aquí que, una vez más, el régimen francés ha resuelto lanzarse por sí solo a una nueva aventura con un final totalmente incierto y mucho más peligrosos para sus intereses que su estrepitosa caída en Indochina. Tal es lo que aparece en forma por demás ostensible con la reciente invasión a las tierras de Malí con la finalidad de sostener a su agonizante régimen democrático neocolonial y desbaratar al cada vez más pujante Emirato de Azawad que había salido de la región norte en la cual se había constituido ocupando dos ciudades del centro del país. Es de destacar al respecto que una intervención armada a tal país había sido sugerida por el mismo Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, esta vez, como era de imaginarse, sin los vetos consuetudinarios de Rusia y de China, pero lo que había pasado hasta ahora era que ningún país ni europeo ni norteamericano se había animado a querer lanzarse a una aventura que pintaba ser incluso peor que la de Afganistán debido a que el enemigo contra el cual se tenía que combatir, un frente constituido por tres grupos islamistas ligados a Al Qaeda, tenía una gran capacidad militar y armamentos en abundancia, capturados en la reciente rebelión contra Gaddafi y era además muy buen conocedor de los recovecos más impenetrables del desierto del Sahara. Ante esta escasa voluntad de combate expresada por las potencias hegemónicas del planeta la idea había sido entonces la de constituir un ejército africano (el CEAO) integrado por los distintos Estados de África del Oeste, puesto que los del este, como Kenia y Uganda entre otros, estaban enrolados en la guerra contra Al Shabaab en Somalia. Pero henos aquí que, a pesar de todos los esfuerzos empeñados consistentes en premios y promesas, ninguno de ellos se manifestó con entusiasmo excesivo como para comprometerse en tal campaña debido a que varios de ellos, como Mauritania, Argelia o Nigeria entre otros, se encontraban combatiendo en lo interno con rebeliones fundamentalistas sumamente fogueadas.
Ante esta situación de hecho sumamente difícil y que confirmaba sobremanera la famosa profecía de Gaddafi relatada en nuestro anterior reporte y hoy recordada también por el prestigioso New York Times en el sentido de que al caer las antiguas dictaduras seculares en tal región la consecuencia no iba a ser una mayor democracia, sino el avance incontenible del islamismo radical, sucedió entonces que Francia tomó en forma unilateral la iniciativa. Ello debe explicarse por las siguientes razones. En primer término porque se trata de la antigua potencia colonial en la región que posee una cierta paternidad moral y de intereses con las diferentes oligarquías políticas que allí gobiernan repartiéndose los recursos de tal país con empresas multinacionales, pero con sede en París. En segundo lugar porque Francia recibió un guiño positivo por parte de sus socios de la Unión Europea, aunque cometió la imprudencia de no establecer de entrada cuál iba a ser la colaboración proporcionada por cada país integrante.  Pero hubo un elemento de peso en donde entraron a jugar en su contra los servicios de inteligencia fundamentalistas en una jugada similar a la efectuada en Irak con Saddam Hussein por lo que se logró que EEUU derrocara tal gobierno suscitando en consecuencia el fenómeno de radicalización que se vive también en tal país. Al gobierno francés se le hizo creer que, en caso de intervenir en tal conflicto, iba a lograr que el frente de las tres organizaciones islamistas (Ansar Dine, MUJAO y Al Qaeda en el Magreb) se desmembrara por diferencias internas, separándose del mismo el grupo de Ansar Dine debido al pretendido prestigio que tendría Francia en tal región. La realidad fue en cambio la siguiente. Ningún país europeo envió tropa alguna al conflicto. De los paises del África Occidental hasta el momento solamente y de mala gana enviaron un total de 100 contingentes Togo y Níger. A su vez los socios europeos solamente brindaron apoyo logístico, por lo cual el representante francés ante el parlamento europeo, el ex anarquista Cohn Bendit manifestó airado que mientras Francia envía soldados, sus socios sólo mandan enfermeras. Y lo principal de todo, Ansar Dine no solamente no se separó de sus socios, sino por el contrario hizo pública su voluntad de continuar la lucha hasta el final.
Militarmente las cosas no le fueron mejor al gobierno francés y a su fantasmal aliado el ‘ejército’ de Malí. Mientras trataban de recuperar la ciudad de Konna, por el este caía la estratégica localidad de Dialby quedando así los rebeldes a apenas 350 km de la capital Bamako. Los franceses tuvieron que reconocer de manera inmediata que no se imaginaban encontrarse con una fuerza tan bien equipada y decidida. Indudablemente no eran más los tiempos de la conquista colonial en la que eran recibidos con arcos y flechas. Pero al mismo tiempo fracasaron también en un ataque simultáneo efectuado contra la fuerza fundamentalista en Somalia con la finalidad de recuperar a su jefe de inteligencia quien fuera luego ajusticiado por los rebeldes. Y por si fuera poco como un verdadero polvorín la revolución se expandió a la relativamente tranquila Argelia, país que se había destacado por haber permanecido ajeno a la Primavera Árabe. Un muy sofisticado operativo procedió a ocupar la principal planta de abastecimiento de gas manteniendo secuestrados a cerca de 500 rehenes. El mismo terminó de manera sangrienta cuando el ejército intentó recuperar la planta muriendo en el intento unos 40 rehenes de países occidentales. En tal acción sobresalió la figura de un nuevo líder de Al Qaeda, Mokhtar Belmokhtar, más conocido como el tuerto, veterano de la guerra de Afganistán que perdiera un ojo en el combate.
Las perspectivas para Francia son pues sombrías. Si se exaltaba a la figura de Hollande por haber hecho salir a sus efectivos de la guerra de Afganistán, ahora se hace notar que se ha metido en un lío mucho mayor y con grandes dificultades para salir indemne. La crisis europea arrecia y los fundamentalistas se manifiestan dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias.

Walter Preziosi
20/01/13

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente informe.