REPORTE DE LA AGENCIA DE NOTICIAS KALI-YUGA
EL SEGUNDO VIETNAM DE FRANCIA
Bien sabemos que la antigua
Indochina, lo que hoy es Vietnam, allá por la década del 50 del pasado siglo, luego
de la Segunda Gran
Guerra, significó una tremenda derrota para las armas francesas en la batalla
de Dien-bien-phu, equiparable casi a la caída de la línea Maginot a manos de
los alemanes, pero esta vez propinada por una fuerza irregular de rebeldes, los
que más tarde, y gracias a tal aprendizaje, darían cuenta a su vez de los
norteamericanos.
Pero como en el caso de Francia
existe una constante histórica de repetir siempre los mismos errores henos aquí
que, una vez más, el régimen francés ha resuelto lanzarse por sí solo a una
nueva aventura con un final totalmente incierto y mucho más peligrosos para sus
intereses que su estrepitosa caída en Indochina. Tal es lo que aparece en forma
por demás ostensible con la reciente invasión a las tierras de Malí con la
finalidad de sostener a su agonizante régimen democrático neocolonial y
desbaratar al cada vez más pujante Emirato de Azawad que había salido de la
región norte en la cual se había constituido ocupando dos ciudades del centro
del país. Es de destacar al respecto que una intervención armada a tal país había
sido sugerida por el mismo Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, esta
vez, como era de imaginarse, sin los vetos consuetudinarios de Rusia y de
China, pero lo que había pasado hasta ahora era que ningún país ni europeo ni
norteamericano se había animado a querer lanzarse a una aventura que pintaba
ser incluso peor que la de Afganistán debido a que el enemigo contra el cual se
tenía que combatir, un frente constituido por tres grupos islamistas ligados a
Al Qaeda, tenía una gran capacidad militar y armamentos en abundancia,
capturados en la reciente rebelión contra Gaddafi y era además muy buen
conocedor de los recovecos más impenetrables del desierto del Sahara. Ante esta
escasa voluntad de combate expresada por las potencias hegemónicas del planeta
la idea había sido entonces la de constituir un ejército africano (el CEAO) integrado
por los distintos Estados de África del Oeste, puesto que los del este, como
Kenia y Uganda entre otros, estaban enrolados en la guerra contra Al Shabaab en
Somalia. Pero henos aquí que, a pesar de todos los esfuerzos empeñados consistentes
en premios y promesas, ninguno de ellos se manifestó con entusiasmo excesivo
como para comprometerse en tal campaña debido a que varios de ellos, como
Mauritania, Argelia o Nigeria entre otros, se encontraban combatiendo en lo
interno con rebeliones fundamentalistas sumamente fogueadas.
Ante esta situación de hecho
sumamente difícil y que confirmaba sobremanera la famosa profecía de Gaddafi
relatada en nuestro anterior reporte y hoy recordada también por el prestigioso
New York Times en el sentido de que
al caer las antiguas dictaduras seculares en tal región la consecuencia no iba
a ser una mayor democracia, sino el avance incontenible del islamismo radical,
sucedió entonces que Francia tomó en forma unilateral la iniciativa. Ello debe
explicarse por las siguientes razones. En primer término porque se trata de la
antigua potencia colonial en la región que posee una cierta paternidad moral y de
intereses con las diferentes oligarquías políticas que allí gobiernan repartiéndose
los recursos de tal país con empresas multinacionales, pero con sede en París. En
segundo lugar porque Francia recibió un guiño positivo por parte de sus socios
de la Unión Europea ,
aunque cometió la imprudencia de no establecer de entrada cuál iba a ser la
colaboración proporcionada por cada país integrante. Pero hubo un elemento de peso en donde
entraron a jugar en su contra los servicios de inteligencia fundamentalistas en
una jugada similar a la efectuada en Irak con Saddam Hussein por lo que se logró
que EEUU derrocara tal gobierno suscitando en consecuencia el fenómeno de
radicalización que se vive también en tal país. Al gobierno francés se le hizo
creer que, en caso de intervenir en tal conflicto, iba a lograr que el frente
de las tres organizaciones islamistas (Ansar Dine, MUJAO y Al Qaeda en el
Magreb) se desmembrara por diferencias internas, separándose del mismo el grupo
de Ansar Dine debido al pretendido prestigio que tendría Francia en tal región.
La realidad fue en cambio la siguiente. Ningún país europeo envió tropa alguna
al conflicto. De los paises del África Occidental hasta el momento solamente y
de mala gana enviaron un total de 100 contingentes Togo y Níger. A su vez los
socios europeos solamente brindaron apoyo logístico, por lo cual el
representante francés ante el parlamento europeo, el ex anarquista Cohn Bendit
manifestó airado que mientras Francia envía soldados, sus socios sólo mandan
enfermeras. Y lo principal de todo, Ansar Dine no solamente no se separó de sus
socios, sino por el contrario hizo pública su voluntad de continuar la lucha
hasta el final.
Militarmente las cosas no le
fueron mejor al gobierno francés y a su fantasmal aliado el ‘ejército’ de Malí.
Mientras trataban de recuperar la ciudad de Konna, por el este caía la
estratégica localidad de Dialby quedando así los rebeldes a apenas 350 km de la capital Bamako.
Los franceses tuvieron que reconocer de manera inmediata que no se imaginaban
encontrarse con una fuerza tan bien equipada y decidida. Indudablemente no eran
más los tiempos de la conquista colonial en la que eran recibidos con arcos y
flechas. Pero al mismo tiempo fracasaron también en un ataque simultáneo
efectuado contra la fuerza fundamentalista en Somalia con la finalidad de
recuperar a su jefe de inteligencia quien fuera luego ajusticiado por los
rebeldes. Y por si fuera poco como un verdadero polvorín la revolución se
expandió a la relativamente tranquila Argelia, país que se había destacado por
haber permanecido ajeno a la
Primavera Árabe. Un muy sofisticado operativo procedió a
ocupar la principal planta de abastecimiento de gas manteniendo secuestrados a
cerca de 500 rehenes. El mismo terminó de manera sangrienta cuando el ejército
intentó recuperar la planta muriendo en el intento unos 40 rehenes de países
occidentales. En tal acción sobresalió la figura de un nuevo líder de Al Qaeda,
Mokhtar Belmokhtar, más
conocido como el tuerto, veterano de la guerra de Afganistán que perdiera un
ojo en el combate.
Las
perspectivas para Francia son pues sombrías. Si se exaltaba a la figura de
Hollande por haber hecho salir a sus efectivos de la guerra de Afganistán, ahora
se hace notar que se ha metido en un lío mucho mayor y con grandes dificultades
para salir indemne. La crisis europea arrecia y los fundamentalistas se
manifiestan dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias.
Walter Preziosi
20/01/13
1 comentario:
Excelente informe.
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