REPORTE DE LA AGENCIA
DE NOTICIAS KALI-YUGA 10/08/14
GAZA, IRAK Y LAS TÉCNICAS DE
Meyssan, Salbuchi, Dugin, los diferentes desinformadores del sistema.
La reciente decisión de Obama de iniciar una larga etapa de bombardeos en Irak en contra del Califato islámico allí constituido se encuentra en relación estrecha con las mismas acciones a las que está siendo sometida la ciudad de Gaza por parte de los israelíes. Esto ya lo había dicho el premier Netanyahu: ‘Nosotros, al combatir en Gaza a Hamas y a los demás grupos jihadistas allí instalados, estamos combatiendo por todos Uds. en contra de nuestros grandes enemigos que son Al Qaeda, Boko Haram y el ISIS’, es decir en contra de la única reacción que ha existido en el mundo ante la anomalía moderna representada simultáneamente por Israel, EEUU, China, Rusia y Europa en forma paradigmática. Esta civilización, en nombre de un pretendido progreso que solamente se ha producido en una esfera material y efímera, ha significado en cambio un estado de verdadera bestialización por parte del hombre, lo que en lo relativo al plano superior de la espiritualidad ni siquiera se conociera en las sociedades más primitivas de la historia. Un hombre solamente volcado hacia el confort, el consumo desaforado, la fiebre sexual compulsiva, los ruidos rimbombantes calificados como ‘música’, así como la droga y la atención volcada hacia las cosas más banales y sórdidas y alimentada por máquinas infernales como la televisión, esto es, aquello que Evola calificaba como la raza última del hombre fugaz, es contrastado en cambio por el de una civilización que ha puesto por encima de todo lo sagrado y Dios y que por lo tanto ha considerado a la vida humana no como un fin en sí mismo o como un cítrico al cual hay que exprimirle hasta extraerle la última gota de su jugo, sino como un medio e instancia transitoria concebida y transcurrida en función del logro de un fin superior y trascendente. Esto mismo es el trasfondo común de todas las grandes religiones que la humanidad ha practicado y conocido siempre a lo largo de toda la historia y que solamente la anomalía moderna, es decir esa civilización burguesa y animalizada surgida a partir de
El moderno percibe el peligro severo que representa el califato pues
teme que si tal fenómeno alcanzara a plasmarse en el mundo islámico, como al
parecer lo estaría logrando en razón de los grandes éxitos alcanzados en Siria
e Irak, en muy corto tiempo podría producirse un efecto dominó en otras partes
por lo que peligraría severamente su estructura en otras culturas como la cristiana en la que podrían allí producirse movimientos
de tal tipo sosteniéndose el retorno de antiguos ideales imperiales tal como
existieran en Europa y en América hasta su disolución en el siglo XIX y las
primeras décadas del XX.
No cabe duda de que la sociedad que ha creado la modernidad, a pesar de
todos sus progresos tecnológicos, ha fracasado no solamente en el plano espiritual
que es la fuente de todo, en tanto ha creado un tipo de hombre masificado,
propio de las grandes sociedades de consumo para las cuales la economía
representa su destino, sino también porque ni siquiera en tal plano de
inferioridad al que se ha reducido ha tenido éxito pues el mundo nunca ha
estado más inseguro en su existencia material como en los últimos tiempos con
sus daños ecológicos incalculables que predicen en plazo no muy lejano
catástrofes de grandes dimensiones, así como el surgimiento de enfermedades antes
desconocidas que se expandirán -y que ya comienzan a hacerlo- como plagas. Pero
silenciando tales problemas y con la finalidad de perpetuarse, ignorando
totalmente la suerte que podrán correr las generaciones futuras, el sistema acude
principalmente a procedimientos propagandísticos sutiles, o técnicas de guerra
oculta, consistentes en lograr que el común de las personas confunda las cosas
y por un lado termine considerando como causas de los problemas y enemigos a los
que en cambio son realmente las fuerzas efectivas y capaces de destruir al
sistema y por el otro asuma una actitud de fatalismo considerando que la
existencia del mismo representa una realidad irreversible ante la cual, a pesar
de reconocérsele su carácter injusto y asesino, se la termina aceptando como un
poder invulnerable al que sólo podemos contemplar y denunciar, pero al que en
modo alguno seríamos capaces de producirle
el más mínimo daño en razón de su ilimitada potencia.
Este último procedimiento lo hemos percibido en circunstancias tan
dispares como lo relativo a los ataques del 11S así como en la actual guerra
entre Israel y Hamas. En el primer caso la acción propagandística ha consistido
en considerar que como el poder norteamericano y sionista es, tal como nos lo
ha pintado Hollywood en décadas enteras de reblandecimiento y sugestión, de una
eficacia sin límites, sería imposible que un grupo reducido de personas y sin
el respaldo de ningún país hubiese podido hacerles el más mínimo daño, que por
lo tanto lo que a primera vista se nos presentaría como una victoria del
enemigo del mundo moderno sería en cambio una hábil maniobra de este último
para perpetuarse ‘dialécticamente’ usando tales daños que se habría
autoinfligido como justificativos de acciones posteriores. Así pues se dijo que
las Torres Gemelas se destruyeron a propósito para poder hallar un
justificativo (1) a fin de poder invadir Afganistán e Irak, pero no se explicó
luego por qué los resultados de estas guerras fueron los exactamente inversos
de los pretendidamente buscados por los ejecutores, es decir la derrota
estrepitosa en ambos casos y las consecuentes crisis cuasi terminales de sus
economías. Del mismo modo la propaganda enemiga, que utiliza para ello a un
conjunto de ‘analistas’ serviles de sus intereses que fingen estar en contra
del sistema a fin de obtener lectores y seguidores, hoy nos pinta una imagen
catastrófica respecto de los genocidios que comete Israel mostrando en cambio
que las acciones de Hamas resultarían todas ineficaces pues sus misiles solamente representarían ‘cañitas
voladoras’ inofensivas por lo cual la acción a buscar, ante el reconocimiento
explícito de esta omnipotencia sionista y al no proponerse otra como
alternativa, sería justamente lo que el sistema desea: que no se lo confronte
con violencia y que en todo caso se acuda a ‘negociar’, es decir que todo
concluya con la aceptación de esa gran anomalía moderna que es el Estado de
Israel que representa en tal región el reaseguro de la existencia de tal tipo
de civilización en un medio hostil y propenso a sublevarse. En los dos casos la
propaganda va dirigida hacia el desarme y el desaliento, pues si se convence
que los misiles que se lanzan no producen daño alguno, e Israel nos insiste en
tal cosa silenciando sus propias bajas,
la consecuencia de todo ello es el derrotismo y la resignación.
El otro procedimiento al que acuden tales agentes es el de la confusión respecto de quiénes son los
verdaderos enemigos del sistema. Así pues del mismo modo que se dijo que
los atentados del 11S fueron producidos por los mismos sionistas, el
procedimiento concurrente de tal guerra oculta es el de considerar también que
la fuerza que lo ha hecho es una agencia del mismo sistema. La propaganda nos
ha insistido por años con la historia falsa de que sea Al Qaeda, como ahora
también el ISIS, serían creaciones de los mismos sionistas y específicamente de
la CIA y el
Mossad (2). De tal manera se produce así la idea de que cuando algún gobierno
luchaba en su contra, como el caso de Assad en Siria por ejemplo,
automáticamente se convertía en una fuerza contraria al sistema. Se soslayaban
así hechos esenciales, como por ejemplo que la dinastía imperante en Siria
había vivido en paz con Israel durante 47 años a pesar de que se le hubiese
ocupado el territorio y que en cambio el fundamentalismo, al que se acusaba de
ser agencia del sistema, postula como meta proclamar a Jerusalén como capital
de su califato. Encuadrados en tal contexto estos desinformadores
profesionales, de alguno de los cuales publicamos sus fotos en esta nota, pero
aclarando que hay muchos más, manifestaron durante décadas que los EEUU iban a
bombardear Irán y luego Siria. Esto fue dicho a propósito y para confundir y contando
con el beneplácito y ayuda de los mismos norteamericanos que se encargaron de
mantener tal expectativa con ‘denuncias’ que nunca pasaron de un terreno
verbal, pero que tales lenguaraces a sueldo tomaron siempre como evidencia para
sus asertos. La realidad hoy ha mostrado todo lo contrario. No solamente no se
bombardea a Assad, sino al revés exacto, se lo ayuda haciéndoselo contra su
fuerza enemiga, el Estado Islámico, que ya ha ocupado victoriosamente el 40% de
su país y del mismo modo tampoco se lo hace con Irán, sino que al contrario se
sigue colaborando con tal país respaldando a los dos regímenes serviles que
éste ha procreado el de Maliki y de Karzai. Hoy en día se da la circunstancia
curiosa de que el Estado Islámico, esa agencia de la CIA y el Mossad, es
bombardeado simultáneamente por EEUU, Rusia a través de los aviones que le
proporciona a Maliki y el mismo Irán a través de sus voluntarios enviados para
evitar la caída de tal régimen. Es decir que mientras que los aliados y
agencias son atacados, en cambio los ‘enemigos’ son premiados y auxiliados para
que no desaparezcan de escena. Estamos ansiosos por ver qué nueva fantasía nos
van a pergeñar tales analistas que reconozcamos tendrían mucho que perder si no
se les ocurriera ninguna nueva. Al parecer su trabajo es bien rentado (3).
No podemos terminar esta nota sin hacer alusión a otro risueño
argumento que tales analistas nos suelen esgrimir. Para fortalecer la idea de
que el sistema es una fuerza invencible sostienen el concepto concurrente de
que se encuentra siempre a la ofensiva y
nunca a la defensiva. Las guerras no las haría para defender su propia
supervivencia, sino por el contrario por una necesidad de expandirse y quedarse
con las riquezas de los otros o incluso hasta se llega a decir que las hace para
alimentar a la propia industria armamentística. Amén de que este último
argumento echa agua por todos lados pues sería lo mismo que decir que las
grandes catástrofes son beneficiosas para el sistema pues permiten enriquecerse
a la industria de los sepultureros, la realidad es que, aparte de que la economía
de un país no se reduce a un solo sector del mismo, si las guerras no se ganan
resultan totalmente contraproducentes y aceleran la crisis del sistema. Por más
que desplegara al máximo su industria armamentista que con seguridad debe haber
hecho un gran negocio, así como los sepultureros y albañiles con las
inundaciones de Detroit, EEUU no se quedó con las riquezas petroleras de Irak,
sino que en cambio entre esta guerra y la de Afganistán perdió un equivalente a
un 50% más de lo gastado en la segunda gran guerra con la diferencia de que no
ha podido resarcirse como en la anterior y es esto lo que explica la gran
debacle que hoy vive su economía. Se encuentra pues obligado por las
circunstancias a hacer guerras y no las hace porque quiere, tal como pretenden
pintarnos tales panegiristas, sino porque son las mismas circunstancias las que
lo obligan a hacerlo.
(1) La imbecilidad de tal procedimiento propagandístico al cual una
cantidad increíble de personas le ha dado el más absoluto consentimiento de manera
casi dogmática y acudiendo a ‘pruebas’ que, si se analizan un poco, terminan
siendo totalmente irrelevantes pudiendo incluso servir para ‘probar’ la
hipótesis contraria, ha soslayado el hecho de que EEUU no precisaba en modo
alguno destruir su sistema financiero con la hecatombe de las Torres Gemelas,
principal sede de bancos, y el Pentágono para invadir un país cuando, tal como
lo está haciendo ahora con Irak, resulta suficiente con recurrir al remanido
verso de la violación de derechos humanos para hacerlo, inventando, tal como también
se hace en este caso, una serie de matanzas y genocidios que por supuesto nadie
se toma luego el trabajo de probar. Pero la estupidez es verdaderamente
ilimitada y las personas lamentablemente a través de la propaganda han sido reducidas
a la condición de ganado irreflexivo que se dirige masificadamente hacia donde
conducen los formadores de la opinión pública.
(2) Ante la evidencia irrebatible de que sea Al Qaeda como el ISIS son
enemigos de los EEUU en tanto que se matan entre sí, algunos de tales
propagandistas acuden a esta explicación: que son como Frankestein, fueron
creados en su momento, pero se les fueron luego de las manos. Amén de que si
fuera cierto deberíamos agradecerles por tanta ayuda autodestructiva, cabría
preguntarse si en el fondo no se termina así contradiciendo el argumento
anterior relativo a la omnipotencia por ellos mismos sustentado. En este caso
se nos aparecerían en cambio como sumamente vulnerables por lo tontos y
desprevenidos pues no les habría bastado equivocarse una vez con Al Qaeda,
ahora lo habrían vuelto a hacer con el ISIS.
(3) En una ocasión el Sr. Salbuchi, uno de tales analistas rentados, en
la página de Tsunami Político en la
que había desafiado a debatir a nuestro colega Marcos Ghio con quien
compartimos tal orientación, ante sus réplicas contundentes, terminó
reconociendo que era un asiduo periodista del sistema que tenía el ‘cartón
lleno’. Eso es fácilmente comprobable pues basta visitar las páginas del Russia Today para corroborarlo.
Walter Preziosi
1 comentario:
Muy valioso su artículo Sr.Preziosi, excelente!
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